En palabras simples: por durabilidad, elegancia y belleza. Porque no necesita mantenimiento. Porque no se oxida ni se degrada. Por su estanqueidad. Por su estabilidad ante cambios térmicos continuos. Por su idoneidad ante temperaturas extremas. Por su resistencia. Por su poca deformación ante cargas constantes. Por la posibilidad de crear fachadas ligeras y ventiladas, contribuyendo a la eficiencia energética de los edificios.
El zinc es un material duradero. De manera natural genera una pátina que le protege y protege la obra. Una piel elegante que cuidará del edificio durante décadas, sin necesidad de mantenimiento.
Todas las diferentes técnicas de montaje tienen una finalidad fundamental: garantizar la estanqueidad de la estructura, es decir, la cualidad de no permitir el acceso de agua al interior en casos de lluvia.
En la instalación de nuestras fachadas y cubiertas utilizamos únicamente zinc de la mejor calidad, que cumple con las normas europeas mas exigentes. Se responde así a especificaciones muy estrictas tanto a nivel del laminado como al nivel de sus características físicas, mecánicas y dimensionales. Este zinc es muy puro, obtenido por un proceso electrolítico y elementos de adición (cobre y titanio) en cantidades controladas para mejorar sus propiedades.
La finalidad de la aleación con cobre es hacer la aleación mas dura y aumentar su resistencia mecánica. El cobre también da a la pátina natural un aspecto mas gris. La finalidad de la aleación con titanio es aumentar la resistencia al fluaje del material (deformación lenta y progresiva de un material sometido a una carga permanente), principalmente bajo el efecto de cambios térmicos continuos.